Hace unos días me invitaron a decir unas palabras a propósito de la culminación del Diplomado en Docencia Universitaria, y no pude evitar dedicárselas a quienes han sido pilares fundamentales en mi formación. Hoy quiero compartir contigo un homenaje a aquellos maestros y maestras que han dejado una huella imborrable en mi vida.
En mi paso por la educación, tuve la fortuna de contar con maestros excepcionales que no solo impartieron conocimientos, sino que también sembraron valores y pasión por aprender. En el colegio, recuerdo a la profesora Adelmia, quien tuvo la dedicación de enseñarme a sumar multiplicar y redactar párrafos extensos, justo cuando tenía un brazo enyesado por casi dos meses. De ella aprendí la paciencia.
Está presente en mi memoria la profesora Silvia, quien me retó en cuarto grado a comprender multiplicaciones más complejas y a visualizarlas recortando y pegando cuadrículas cientos de veces. Nos llamaba a la casa cuando faltábamos más de dos días seguidos y siempre lo hacía con mucho sentido del humor. De ella aprendí la entrega.
El profesor Francisco, quien fue el único que logró hacer que amara las matemáticas de verdad. Se convirtió en nuestro amigo, inspirando confianza y cercanía. De él aprendí sobre el poder de la cercanía y la apertura.
En mi experiencia universitaria, recuerdo a la profesora Matilde, quien con su estilo único me mostró un nuevo modelo de mujer independiente y resiliente. Me empujó a ser mejor persona con sus conversaciones y a creer en mis talentos. De ella aprendí la autenticidad.
La profesora María Antonieta quien destacó por su paciencia y atención al detalle cuando nos contagió de su amor por el arte y las imágenes. Nos enseñó a siempre ver más allá, a aprender de memoria y a analizar de forma delicada la historia de la expresión artística. De ella aprendí la sensibilidad como poder.
Durante mi maestría, mi tutor Fernando, un gran artista y educador, me hizo amar la investigación y comprendí que ser artista también es un estilo de vida y una forma de pensamiento. Su confianza en mí me animó a seguir el camino de la investigación y sé que hoy estaría muy orgulloso de que también perseguí la docencia universitaria. De él aprendí la camaradería y el poder del arte y la creatividad.
Cada uno de estos profesores o más bien, maestros y maestras, tuvo un impacto significativo en mi vida. Su paciencia, dedicación, honestidad y pasión por la enseñanza les convierten en verdaderos ejemplos a seguir.
Ellos entendieron que la educación sobrepasa el conocimiento técnico y me inspira su capacidad de ver más allá del aula, de escuchar para comprender antes que para responder, de ser auténticos, vulnerables y abiertos.
Así que hoy les celebro y quiero compartirlo contigo para que tú también reconozcas quiénes son esas maestras y maestros, de la academia o no, que han impactado tu vida y sus diferentes dimensiones.
Como dice una frase de Guy Kawasaki, especialista en el ámbito de las nuevas tecnologías y el marketing, “si tienes que poner a alguien en un pedestal, pon a los maestros. Son los héroes de la sociedad”.
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